Between his birth in New York on 22 April 1916 and his death in Berlin on 12 March 1999, Yehudi Menuhin, the son of humble Russian immigrants, grew from a brilliant child prodigy violinist, who made his public concert début in San Francisco in 1924, aged just 7, into not just one of the 20th century s finest and most celebrated artists (as a conductor as well as a soloist), but also a peace campaigner, civil rights activist, spiritual guru and revered senior statesman of the musical world, who ended his days as the Right Honourable the Lord Menuhin of Stoke d Abernon, with a seat in the House of Lords, yet also found time to establish two music schools, a violin competition and an international scheme for taking music out of the concert hall and into the wider community.Now, to celebrate Yehudi Menuhin s centenary in 2016, Sony Classical is releasing Yehudi Menuhin The Complete American Victor Recordings, a 6-CD set bringing together legendary early recordings by this titan among 20th-century violinists.Gems of the set include the first ever releases in any format of two previously unpublished items: the December 1949 recordings of Beethoven s Spring and Kreutzer Sonatas with Menuhin s sister Hephzibah at the piano. Also included are the first official CD releases (all transferred from the original analogue master discs and tapes) of Mendelssohn s teenage D minor Violin Concerto (a work that Menuhin himself rescued from oblivion, buying and editing the surviving manuscript and premièring it at Carnegie Hall in February 1952, two days before making this recording), Bach s Sonata No. 3 (a historic 1944 recording with the legendary Polish harpsichordist Wanda Landowska) and Bartók s Sonata No. 1 (a vividly intense 1947 account of a work that Menuhin had played for the composer himself just four years earlier and in which the violinist is impressively abetted by the pianist Adolph Baller, a Polish-born musician who was Menuhin s regular accompanist and chamber music partner from 1939 until after WW2, despite having had all his fingers broken by Nazi torturers in Vienna before his escape from Europe). Also making its first official appearance on CD is a 1951 account of Bruch s ever-popular Concerto No. 1 with Charles Munch and the Boston Symphony (Menuhin s only collaboration on disc with the Alsatian violinist turned conductor), which sits alongside Menuhin s better-known 1945 recording of the same work with Monteux and the San Francisco Symphony and his 1946 première recording of Bartók s Violin Concerto No. 2 with Antal Doráti and the Dallas Symphony. The set also includes the first ever CD release of two songs (Rachmaninoff s In the Silent Night and Handel s Ombra mai fu ) with the leading Metropolitan Opera baritone Robert Merrill.Finally, a special disc in the set couples newly remastered versions of the very first (1928) recordings that the 11-year-old Menuhin ever made a set of stylishly played encore items, with his beloved teacher Louis Persinger at the piano with previously unreleased encore pieces by Kreisler and Wieniawski from 1929.
J**E
A
A
B**R
A Winner and a Keeper, With One Especially Stunning Disc!!!!
This item came out in the spring and I completely missed it, until I spotted it this week at my local Barnes & Noble branch, and grabbed it up, owing to the fact that the dates and repertory made it doubly appealing (it's also the most modestly proportioned of the various Menuhin sets on the market in 2016). As RCA-Victor had a relationship of some sort with HMV and Columbia in England, I'm not sure how much (or even if) the performances represented here are duplicated on any of the EMI-generated sets issued in the same season. The work here dates between 1928 and 1956, and the audio quality is remarkably consistent, whether recorded on wax lacquers or actual magnetic tape, at least in terms of clarity and overall fidelity -- in contrast to some people who have complained about poor restoration on the late 1920's/early 1930's material here, I found the listening experience consistently enjoyable and unimpeded by excessive noise or distortion.Getting past the technical virtues, however, the justification for this set by itself is the Bartok material, to wit the the Second Violin Concerto and the Sonata No. 1 for Violin and Piano. Not that everything else here isn't worthwhile, including -- especially -- the not often heard Mendelssohn D Minor Violin Concerto, but those pieces are music-making on a level of involvement that's almost mystical in nature. It is said by people who remember the era that Menuhin "owned" the Bartok concerto, and hearing this performance from 1946 I can see why, and the truth behind the statement. The rest is just as worthwhile, if not as bold or earth-shattering -- just inspired music-making, through and through, and well treated in this re-issue. The notes are also thorough and enjoyable, and the packing handsome, though the makers could have done more to put the details of the contents into bigger print on the outside of the box.
M**S
As a violinist one has heard many of these earlier ...
As a violinist one has heard many of these earlier performances but not having heard them for some time I could only marvel on relistening, at some of the breathtaking technical accomplishment and musical artistry that Menuhin achieves. Given the understandably variable recording quality this is the reason for a 4* review. Unmissable though!
E**Z
Grabaciones históricas de uno de los más grandes del violín del siglo XX
Menuhin ha sido unos de los grandes violinistas del siglo XX, y lo ha sido, no tanto por la técnica (que también, pues fue un niño prodigio, del que diría el mismísimo Einstein después de escucharle “ahora sé que hay Dios en el cielo”, aunque su habilidad con los dedos se fue perdiendo en los últimos años de su actividad concertística como ejecutante) sino por su maravillosa musicalidad nunca agotada. Aunque no soy objetivo, diré que ha sido para mí el ídolo del instrumento, a quien más he admirado y querido, porque ha unido sus facultades como artista a su admirable humanidad desde aquellos años en que decidió interpretar junto a Furtwängler los conciertos de Beethoven y Mendelsshon, sacando al director alemán de la sospecha tras la Segunda Guerra Mundial, hasta las épocas más recientes en las que siempre se puso del lado de las situaciones que exigían una toma de conciencia humana. Esto no tendría mayor trascendencia en la música si no fuera porque esa huella de bondad y de humanismo impregna sus interpretaciones. A estos discos que nos llegan ahora de mano de la RCA Víctor no les doy la máxima calificación para que no se vea en ello una decisión demasiado personal y, como tal, caprichosa. Y no se la doy además porque las grabaciones (excelentemente reprocesadas, por otra parte) son en algunos casos antiguas y con algunos inconvenientes de interpretación y sonido que ahora señalaré. Hay que advertir en este sentido que las grabaciones son de los años 1928 a 1952. Son pues, como dice el folleto de Tully Potter "Los registros legendarios del joven Yehudi Menuhin". En general el sonido es muy bueno pero naturalmente es inevitable el ligero soplido de fondo en los de la era anterior al microsurco, y conforme avanza el tiempo el sonido va de lo bueno a lo excelente. El contenido se reparte de la siguiente forma, que voy a comentar en lo que me parece más relevante: Lalo, Sinfonía española. Esta obra, agradable y virtuosa, es bastante vana, y es interpretada por Menuhin de forma expresiva dentro de lo que cabe en este artista, que es considerable ya en el año 1945. El sonido es bueno. Le sigue el Concierto para violín nº 1 de Max Bruch (las dos obras en el CD 1). Esto ya son palabras mayores, si no fuera porque la grabación de la orquesta está en muy segundo plano, a considerable distancia del violín. Pero esta sí es música y de la buena; dirige la orquesta de San Francisco el siempre magnífico Pierre Monteux, aunque aquí está casi desaparecido por lo que acabamos de decir. El intérprete del violín ofrece una versión paladeada plenamente. No tan virtuosa como la de Heifetz (las dos insuperables que grabara por los años 50 y 60, ambas con Sir Malcolm Sargent) pero bastante inferior a la que grabaría el propio Menuhin en el 1954 con Charles Munch, de mucho mejor sonido, técnica interpretativa y madurez (que se incluye afortunadamente en el CD 2, junto a un vital e infrecuente concierto para violín y cuerdas de Mendelsshon, de escasa entidad, aunque de ritmo y belleza considerables). El sonido en estas dos obras es de una planificación, redondez y depuración incomparablemente superiores a los del disco precedente. Puede codearse la interpretación de Mehunin con cualquier versión moderna, superando a casi todas en musicalidad y gusto exquisito (no hay que olvidar versiones históricas del de Bruch por el mencionado Heifetz, o la de Oistrakh, o la ya más reciente y virtuosa de Perlmann, la elegantísima de Akiko Suwanai, o la ultimísima de Julia Fischer, entre otras muchas). Es una de las grabaciones reina del álbum. Un trabajo perfecto en todo, empezando por el violín y terminando por la Orquesta de Boston dirigida por el fogoso y soberbio siempre Charles Munch. El tercer disco incluye el Concierto para violín y orquesta nº 2 de Béla Bartók en interpretación de la orquesta de Dallas dirigida por Antal dorati. Menuhin grabará posteriormente con el mismo director, si no recuerdo mal, esta obra con mucho mejor sonido y superior también interpretación, aunque esta vale de sobra para un concierto que bien merece un violinista de excepción, como de excepción es la Sonata para violín y piano que le sigue del propio Bartók en interpretación apasionada y vibrante. Lo mejor del disco a mi juicio por presencia sonora y ejecución. El disco cuarto nos ofrece un programa muy nutrido: la Sonata para clave y violín nº 3 de Bach junto a la mítica intérprete Wanda Landowska al clave. Aunque algunos protestarán por el sonido del Pleyel, la verdad es que estamos ante una excelente interpretación de dos personas muy compenetradas (como puede verse en el adagio ma non tanto) de los que se puede echar de menos que no grabaran el ciclo completo (lo haría Menuhin después al piano con Louis Kentner en una grabación histórica de valor insuperable en esos parámetros de época). En este mismo disco se ofrece un verdadero potpourrÍ de piezas breves que van de Bach, Schubert, Elgar a Rachmaninoff. La curiosidad son dos canciones, una de este último autor ruso mencionado, y otra, la famosísima “Ombra mai fu” de Handel en versiones del estimable y hoy algo olvidado barítono Robert Merrill. Se incluyen como plato más fuerte del disco, además de la mencionada sonata de Bach, dos de Schubert en espléndidas versiones de Menuhin y el pianista Adolph Baller, al que parece que los nazis destrozaron los dedos, pero que aquí afortunadamente, ya se supone que recuperado, está en plena forma. El disco quinto encierra dos de las grabaciones reinas del cofre: las sonatas 5 y 9 (Primavera y Kreutzer respectivamente) de Beethoven, grabadas en el año 1949 en compañía de su hermana Hebzibah Menuhin, una pianista excepcional, que aquí comparte con Yehudi unas versiones bellísimas, que luego grabaría con su hermano de nuevo, para EMI, en una versión clásica donde las haya. Amén de la maravillosa colección que hizo Menuhin con uno de los pianistas supremo de la época Wilhelm Kempp para la DGG. El propio Menuhin las grabaría más tarde con su hijo Jeremy. Esta no desmerece de la posterior ni de ninguna otra versión conocida. Como ejemplo de los que decimos, puede verse el maravilloso Adagio molto espressivo de la 5ª (Primavera) en la que el entendimiento es tan perfecto que notamos cómo se escuchan el uno al otro con delectación y respeto. Una joya. Finalmente, el disco 6 es un verdadero florilegio de “propinas” de lo más variado. Entre las cuales, como curiosidad, hay dos españolas de Jesús de Monasterio y de José Serrano, más, entre otras muchas, el “adagio” del Concierto nº 3 de violín de Mozart, en interpretación con piano que no añade nada a su famosas versiones con orquesta y que en todo caso está aquejada de un cierto aire “llorón” a veces muy de época (1929). Mejora mucho la grabación en las dos últimas piezas de Dvorák (dos danzas eslavas), quizá lo más sobresaliente para mi gusto de este último disco. Como se ve un cofre irregular con grabaciones históricas muy valiosas para especialistas del instrumento o para nostálgicos de otras épocas. Aun así, atesora valores cono para que cualquiera pueda hacer el esfuerzo por conseguir algunos momento bellísimos del violín y de obras inmortales, como los que hemos ido destacando. No le doy la máxima calificación, como indiqué antes, porque algunos discos son demasiado antiguos y se aquejan de sonido grabado deficiente, o de presencia sonora insuficiente, como el la orquesta de San francisco dirigida por Monteux, aunque los reprocesados son siempre magníficos en todos los casos, incluso en las grabaciones más antiguas. Recomendación máxima pese a los inconvenientes señalados.
F**Y
Quelle belle histoire !
Cet album illustre les débuts du Maître ! Des enregistrements historiques donc, mais d'une grande qualité.Un très beau voyage dans le passé, présageant d'un magnifique futur.
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1 month ago